Durante los primeros días de un recién nacido, lo más probable es que aún tenga el ombligo (esto se refiere a los cuatro centímetros de cordón umbilical que están cerrados por una pinza para evitar hemorragia una vez que se corta al nacer). Por ello, no se suele recomendar bañar al bebé; hay que recordar que esa herida del ombligo debe cicatrizar y que para ello debe mantenerse seca y lejos de posibles rozaduras. Lo cual no quiere decir que no se deba lavar al pequeño.
Ambas posibilidades no serán del agrado de un recién nacido, así que lo más probable sea que llore desconsolado, porque se siente desnudo e indefenso, porque es algo nuevo para él y porque probablemente tenga algo de frío, aún siendo verano. Por todo ello, ambas técnicas deben hacerse de forma eficiente, delicada y rápida. No os preocupéis, que esta higiene es suficiente para un recién nacido, y en mi opinión, es más importante que no le dejéis llorar desconsolado, sino que le arropéis lo más posible y le habléis para que escuche vuestra voz y se tranquilice.
El espacio. La temperatura de la habitación debe estar entre 22 y 25 grados centígrados y hay que evitar las corrientes de aire, tanto en verano como en invierno. Aseguraos de que tenéis espacio para moveros con comodidad, para vosotros también debe ser cómodo. En los primeros días no es para nada recomendable bañarle en una bañera grande, mucho mejor en las adecuadas de bebé, porque además de más difícil, también es muy peligroso.
El tiempo. La piel hiperdelicada de los bebés hace que no sea recomendable que el baño dure más de diez minutos. Ni es necesario, puesto que no está sucio, sino que más bien forma parte de un ritual de relajación y a la vez diversión. En ese tiempo os habrá dado tiempo de lavarle el cuerpecito y la cabeza, de hacerle algunas caricias y cantarle algunas canciones que le diviertan.
La bañera. Probablemente, las más cómodas sean las que tienen pies altos y se quedan a la altura de los papas, para evitar dolores de espalda e incomodidades varias que interfieran en la correcta sujeción del bebé. La temperatura del agua, debe estar entre los 35 y los 38 grados centígrados, aproximadamente. Venden unos termómetros específicos para el baño, pero también podéis meter el codo o el interior de la muñeca. Si no os quema o no la sentís fría para vosotros, tampoco estará ni caliente, ni fría para él.
La esponja, que sea lo más suave posible, a poder ser la natural marina. Es importante que esté bien limpia y que no sea demasiado grande, puesto que eso restaría agilidad en un cuerpecito tan pequeño.
Jabón y champú, específicos de bebé, por las características de su piel, que todavía es mucho más fina que la de un niño más grande o, obviamente, un adulto; y también para evitar que, al contacto con los ojos (que debemos intentar evitar), no le haga daño ni le irrite. Para evitar la costra de la leche que se les hace en el cuero cabelludo, es importante limpiarles la cabecita con champú específico para bebés, y dejar que el champú haga su efecto, así que es conveniente poner lo primero. Pero hay que considerar dos cosas, primero que nada es milagroso, es decir hay niños que su cuero cabelludo es más sensible a crear esa costra y tal vez le cueste más y que no debéis frotarle. Solo es esparcir el champú muy suavemente por encima del pelo; su cabecita todavía es sensible y tiene las fontanelas aún abiertas.
Juguetes. Cuando sea más mayor (hablamos de que mi pequeño empezó a hacer caso de estos muñecos a los 4 meses), hay algunos juguetes de goma que por sus colores o sus sonidos le crearan curiosidad durante el baño. Conforme el niño vaya creciendo, probablemente empiece a disfrutar más de ese momento, que siempre debéis incentivar como algo positivo, para ello, es importante hacer uso de la variedad de muñequitos acuáticos que no les perjudican y que estimularán sus sentidos aún más durante este momento especial del día.
Toalla. Para envolverle con la toalla al salir del baño, es mejor que ésta sea grande. Y será útil que tengáis una pequeña para vosotros también.
Cremita para el cuerpo. Para esparcirla por todo su cuerpecito después de haberle secado. Las hay de muchas marcas y podéis probar la que más os guste, tal vez al principio por el olor, tal vez si notáis que se irrita más con una, probad una diferente.
Peine y colonia. Para darle el toque final. A lo mejor vuestro pequeño es peloncete y no le resulta demasiado útil el peine, aunque tenga pelusa, es recomendable pasarle las cerditas, también para evitar la costra de la leche.
Estas características también será útiles durante los primeros días, aunque, como ya hemos explicado, el proceso sea mucho más escueto. Al igual que el proceso post-baño, explicado a continuación, que también es perfectamente aplicable a un recién nacido.
Después de tener preparado el espacio y los utensilios a mano, es el momento de empezar el baño del bebé. Toca sumergir al pequeño en el agua. Ya comprobasteis los primeros días que no le gustó en exceso este nuevo proceso. Y quizá sorprenda, puesto que debería recordarles al espacio calentito y sumergido en el que vivían dentro de su mamá. Pero como ahora todo es nuevo y ellos intentan adaptarse a este nuevo mundo y a todos sus cambios y aún están aprendiendo muchas cosas, eso de encontrarse desnudos, los cambios de temperatura, lo de mojarnos y todo eso: “¡No es lo que más nos gusta! Así que lloro desconsolado, papis, para que entendáis que descontento estoy con esta situación”. Por eso es interesante, como ya he dicho, que convirtáis, poco a poco, este proceso en algo positivo. Al fin y al cabo, el baño es una de las rutinas que le deben durar toda la vida.
Depende de como haya ido el baño del bebé, si ya le gusta o no le gusta, puede ser que el pequeño salga angustiado del agua y necesite que su mamá o su papá le arropen con cariño y le digan cosas muy suaves al oído, que le animen por haberlo hecho tan bien, que le recuerden que ahora está limpito y superguapo, que le expliquen que ya se ha terminado el baño y que el próximo día le gustará más. Tal vez estas palabras tengan más sentido para vosotros que para él, también porque si os acostumbráis ya desde pequeño a hacerle estos comentario cariñosos aunque parezca que él no os entiende tan pequeño, os acostumbrareis a hacerlo siempre y cuando ya os entienda, será maravilloso para él.
¡Ya estamos limpitos!
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