Los tres cerditos y el lobo feroz es una obra literaria que puede aportar muchas cosas positivas a los niños. No por hacer las cosas más rápido quedarán mejor, hay que dedicar tiempo y paciencia a nuestros proyectos y eso es lo que los niños deberán entender tras ver o leer este libro.
Os recomiendo que después de disfrutar del vídeo, junto a vuestro hijo/a, realicéis una pequeña charla para ver qué piensa de la historia y si el mensaje del vídeo lo ha asimilado adecuadamente. Podéis explicarle mejor partes que no acaben de entender bien y repasarlas volviendo a ver el vídeo.
Al igual que con el cuento de La caperucita roja y el lobo feroz, os muestro un vídeo del canal del youtube de Peppa Magic Channel donde podemos disfrutar de los tres cerditos de una manera diferente y divertida. Avisad a los niños y que vengan a ver esta clásica historia que a pesar de sus años, se sigue teniendo tan presente.
A continuación os dejo la obra original del libro. Aunque tengamos un vídeo, no tenemos que dejar de lado la oportunidad de leerles el cuento a los niños antes de irse a dormir o que lo lean ellos mismo mientras nosotros le acompañamos en esta aventura.
Una curiosidad: A día de hoy, no se conoce quién es el autor del cuento infantil de los tres cerditos. Algunos atribuyen la obra a los hermanos Grimm, pero muchos otros piensan que el escritor fue Perrault.
Había una vez tres cerditos que eran hermanos y se fueron por el mundo a conseguir fortuna. El más grande les dijo a sus hermanos que sería bueno que se pusieran a construir sus propias casas para estar protegidos. A los otros dos les pareció una buena idea, y se pusieron manos a la obra, cada uno construyó su casita.
— La mía será de paja —dijo el más pequeño.— La paja es blanda y se puede sujetar con facilidad. Terminaré muy pronto y podré ir a jugar.
El hermano mediano decidió que su casa sería de madera:
— Puedo encontrar un montón de madera por los alrededores —explicó a sus hermanos—. Construiré mi casa en un santiamén con todos estos troncos y me iré también a jugar.
El mayor decidió construir su casa con ladrillos:
— Aunque me cueste mucho esfuerzo, será muy fuerte y resistente, y dentro estaré a salvo del lobo. Le pondré una chimenea para asar las bellotas y hacer caldo de zanahorias.
Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado con el problema:
— ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo!
— ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz!
Detrás de un árbol grande apareció el lobo, rugiendo de hambre y gritando:
— Cerditos, ¡me los voy a comer!
Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló:
— ¡Cerdito, ábreme la puerta!
— No, no, no, no te voy a abrir.
— Pues si no me abres… ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
— ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz! —cantaban desde dentro los cerditos.
De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo:
— ¡Cerditos, abridme la puerta!
— No, no, no, no te vamos a abrir.
— Pues si no me abrís… ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! —la madera crujió, y las paredes cayeron y los dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo de su hermano mayor.
— ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo!
— ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz! —cantaban desde dentro los cerditos.
El lobo estaba realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba comerse a los Tres Cerditos más que nunca, y frente a la puerta dijo:
— ¡Cerditos, abridme la puerta!
— No, no, no, no te vamos a abrir.
— Pues si no me abrís… ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
Y se puso a soplar tan fuerte como el viento de invierno. Sopló y sopló, pero la casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía derribarla. Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo… Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos. Escaldado y con el estómago vacío salió huyendo hacia el lago. Los cerditos no lo volvieron a ver. El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus propias vidas, y si algún día vais por el bosque y veis tres cerdos, sabréis que son los Tres Cerditos porque les gusta cantar:
— ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo!
— ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz!
Hasta aquí esta breve historia con la que los niños aprenderán mucho. Si queréis ver más cuentos infantiles entrad a la sección de Cuentos Infantiles Cortos.
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