Las rabietas son algo muy habitual en la infancia, y aunque el motivo de la rabieta está muy claro por parte del pequeño para conseguir lo que desea, los padres deben hacerle entender que es una conducta inadecuada y que no le libra de sus obligaciones. Los niños deben entender que, aunque aparezca una rabieta, no va a hacer que sus padres cambien su manera de pensar. Es importante que intentemos intervenir antes de tiempo, cuando la rabieta aun está en un punto en el que podamos hacerla frente con el dialogo. Si es posible, se intentará razonar con el pequeño sobre el motivo por el que se está desencadenado la rabieta.
El objetivo de una rabieta suele ser llamar la atención del adulto. A veces es complicado saber cómo actuar frente a una rabieta, sobretodo si ésta se prolonga, porque los padres se cansan de esta conducta y acaban cediendo a las peticiones del pequeño.
Debemos enseñar al niño que las rabietas no son eficaces para que cada vez las use con menos frecuencia. Tenemos que instruir al pequeño en que lo ideal es establecer una buena comunicación con los padres en los momentos de la rabieta, que se exprese, que explique qué siente y que sepa que hablándolo sin agitarse podrán entenderle sus padres. Es primordial que aprenda a utilizar otras formas para pedir las cosas y eso dependerá de los padres y de la forma en la que se comunican y tratan a su hijo.
A continuación tenéis algunos consejos que os pueden ser útiles para afrontar las rabietas de vuestros hijos.
¿Cómo actuar cuando nuestro hijo tiene una rabieta?
- Intentad razonar con el pequeño cuando empieza la rabieta y aun está en un estado en el que podamos hablar con él. Así podremos quizás evitar que el pequeño no se exalte más y finalizar con una pequeña rabieta de forma rápida.
- Si vuestro hijo no razona y ha llegado a un punto de agitación muy alto, lo mejor es que sigáis con lo que estabais haciendo pero sin ignorar a vuestro pequeño. Debéis mostraros en desacuerdo con la actitud que está teniendo pero explicándole el porqué, por qué no es una buena actitud.
- Debéis esperar a que el llanto disminuya y decirle a vuestro hijo, que cuando termine de llorar, podrá contaros lo que le pasa o lo que quiere, con más tranquilidad. El pequeño debe entender que podrá razonar con vosotros mucho mejor si deja de llorar y pueda hablar con serenidad porque con su rabieta no podemos comunicarnos bien. Decirle: «No entiendo lo que me estás diciendo. ¿Por qué no te calmas y dejas de llorar? Mamá (o papá) quieren escucharte y saber lo que te pasa».
- Si la rabieta no disminuye, os aconsejamos que lo llevéis a otra habitación, y le digáis que debe permanecer ahí unos minutos para calmarse y que ahora iremos a hablar con él (que no se sienta abandonado ante la rabieta), pero que debe tranquilizarse para que os podáis entender (debe darse cuenta de que, de esta forma, desaprobamos su comportamiento). Iremos a hablar con él, pero primero le dejaremos unos minutos solo para que pueda serenarse. Debemos dejar claro que no lo estamos abandonando en una habitación por su mal comportamiento, sino establecer esa habitación como el lugar donde vamos a tranquilizarnos y a hablar las cosas para solucionar lo que está pasando.
Os aconsejamos nuestro artículo «Cambia la silla de pensar por el Rincón para resolver conflictos», donde modificamos una antigua técnica para resolver los enfados y rabietas de los niños, y os proponemos una nueva forma de actuación basada en el diálogo y el afecto.
- Cuando la rabieta haya acabado, el pequeño debe ver que no estáis enfadados con él y que no le guardáis rencor. Que a pesar de la rabieta que ha tenido, le queréis. No debéis hacerle sentir culpable por haber tenido la rabieta. Es importante que una vez que vuestro hijo se haya calmado, se sienta cómodo con vosotros.
Las rabietas son algo natural en los niños, por lo que no debemos alarmarnos. En todo caso, sí que podemos conseguir que disminuyan considerablemente para mejorar la relación entre padres e hijos. Si las afrontamos adecuadamente para que el niño entienda que no funcionan correctamente, tendremos mejor comunicación con el niño.
Psicología infantil